jueves, 19 de junio de 2008

La Incapacidad Humana


"Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere" (Juan 6:44).


""¡Oh!", dice el arminiano, "los hombres pueden salvarse si quieren." Mi querido amigo, todos nosotros estamos de acuerdo con eso; pero es precisamente en si quieren donde está la dificultad. Afirmamos que nadie quiere venir a Cristo, a menos que sea traído; o lo que es más, no somos nosotros los que hacemos tal aseveración, sino el mismo Cristo cuando dice: "Y no queréis venir a mí para que tengáis vida"; y mientras este no queréis venir esté escrito en la Santa Escritura, no nos sentiremos inclinados a creer en doctrina alguna que nos hable de la libertad de la voluntad humana. Es extraño como la gente, cuando habla del libre albedrío, toca un tema del que no tiene ni idea. "Yo creo", dice uno, "que los hombres podrían salvarse si quisieran." No, querido amigo, no es ésta la cuestión ni mucho menos. El problema es si los hombres están bien dispuestos, por naturaleza, a aceptar las humillantes condiciones del Evangelio de Cristo. Nosotros declaramos, con la autoridad de la Escritura, que la voluntad humana está tan irremisiblemente maleada, tan depravada, tan inclinada a todo lo malo, y tan opuesta a todo lo bueno, que sin la poderosa, sobrenatural e irresistible influencia del Espíritu Santo, ningún ser humano querrá jamás ser constreñido a ir a Cristo."
Por C.H. Spurgeon, el 7 de Marzo de 1858.

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