lunes, 11 de febrero de 2008

Lo que dice la Biblia de la Justificación

I. La Justicia de Dios

· Lo primero que debemos buscar es la justicia de Dios (Mateo 6:33).

· Cristo fue hecho por nosotros la justicia de Dios (Jeremías 33:14-16; 1Cor :30).

· Esa justicia que fue hecho por nosotros, es la de los 10 mandamientos (Salmo 119:172; 1Juan 5:17; 3:4).

· Por lo tanto los hacedores de la ley [justicia] serán justificados [declarados justos] (Romanos 2:13).

· Ser hacedor de la ley, es guardar perfectamente la plenitud de la ley en cada momento de la vida [desde el nacimiento hasta la muerte] (Rom 2:27; Santiago 2:10; Deut 27:26; Gálatas 3:10; Mateo 5:17-48; Deut 5:29; 6:1-2).

· “La ley de Dios no se conformará con nada que no sea la perfección, una obediencia perfecta y completa a todos sus requerimientos. De nada valdrá cumplirlos a medias, y no prestar una obediencia perfecta y cabal” (Testimonios, tomo 1, p. 368).

II. La imposibilidad del hombre natural

· Pero el hombre en su condición actual está imposibilitado de cumplir la justicia de Dios (Mateo 19:26; Romanos 8:3).

· Esta imposibilitado por su nacimiento, pues nace desviado y esta bajo pecado (1Cor 15:22; Salmo 51:5; 58:3; Romanos 3:9-12).

· Está imposibilitado por su pasado, pues “todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23).

· También está imposibilitado por su presente, pues su naturaleza es débil (Mateo 26:41) y está totalmente inclinada al mal. Su carne está inclinada al mal y se opone a la ley de Dios (Romanos 8:6-8; Gálatas 5:17). De su corazón solo brota pecado (Marcos 7:21-23).

· De forma natural es más fácil hacer el mal que el bien, y lo que una persona hace de forma natural es maldad. La maldad yace en lo íntimo, es parte del ser, es parte de la misma naturaleza del hombre (Isaías 1:5,6). Esta ha sido heredada según una larga línea de antecesores pecadores y por lo tanto cualquier justicia [obediencia] que provenga de él debe consistir en “trapos de inmundicia” (Isaías 64:6).

· Es por ello que “por las obras de la ley ninguna carne se justificará delante de él; porque por la ley es el conocimiento del pecado” (Romanos 3:20). Es decir, ninguna obra de la ley hecha por la carne será justa. Solo la ley nos dice que hemos pecado y nos condena, pero no nos puede dar justicia ni remedio.

· También por eso la justicia de Dios se manifiesta en nosotros “aparte [sin] de la ley” (Romanos 3:21).

· “Para reconocer su culpabilidad, el pecador debe medir su carácter por la gran norma de justicia que Dios dio al hombre. Es un espejo que le muestra la imagen de un carácter perfecto y justo, y le permite discernir los defectos de su propio carácter. La ley revela al hombre sus pecados, pero no dispone ningún remedio. Mientras promete vida al que obedece, declara que la muerte es lo que le toca al transgresor.” (CS 521).

III. El Señor Nuestra justicia

· ¿Cómo puede obtenerse la justicia requerida para que uno pueda entrar en el cielo y el ciudad de Dios?

· Bueno siendo que cualquier justicia que provenga de la carne o del hombre no será acepta por Dios, es de todo punto evidente que esta justicia debe provenir de FUERA del hombre.

· Por eso, Cristo vino a la tierra, tomo nuestra carne de pecado (Juan 1:14; Rom 8:3), fue tentado como nosotros; sin embargo su vida fue impecable (Hebreos 2:14-18; 4:15). Murió en nuestro lugar y ahora ofrece quitarnos nuestros pecados (Hebreos 9:14; 10:14) y vestirnos con su justicia (Jeremías 33:14-16; 1Cor :30; CC 62).

· Dado que el hombre por sí mismo no puede hacer NADA para ponerse en armonía con Dios, entonces Dios ha decidido justificarnos “gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús; a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre...” (Romanos 3:24-26).

· Esta justicia se obtiene como un don [¡¡regalo!!] (Romanos 5:17).

· Esta justicia esta “respaldada por la ley” (Romanos 3:21), pues viene de la misma fuente de donde vino la misma ley [norma de justicia]: viene de Dios por medio de Cristo (Filipenses 3:9).

IV. Condiciones para obtener el regalo de la justificación.

· Pero note que esta justicia es dada [regalada] por Dios. La única condición para recibir un regalo consiste en extender la mano y confiar en el dador. Por supuesto para extender la mano o buscar el regalo debo desearlo. Entonces esta justicia que es un regalo viene a nosotros si la deseamos y buscamos por la fe (Filipenses 3:9).

· Entonces para recibir esa justicia necesitamos arrepentirnos del pecado, desear la justicia y tener fe (Hechos 3:19; Mateo 5:6).

· El arrepentimiento se puede resumir en aborrecer nuestra iniquidad y pedir misericordia (Lucas 18:9-14). Esta actitud no es de origen humano, sino implantada allí por Dios (Génesis 3:15). Y este arrepentimiento también es ofrecido como un don de Dios (Hechos 5:31). Debemos aceptar la invitación de ir a Cristo como estamos y pedirle arrepentimiento (Mateo 11:28). Dios ha prometido darnos junto con el arrepentimiento, el deseo de la justicia. Así estaremos llenando las condiciones de Dios.

· “El arrepentimiento es tanto un don de Dios como lo son el perdón y la justificación, y no se lo puede experimentar a menos que sea dado al alma por Cristo” (1MS p. 458)

· Luego hemos de manifestar fe en la justicia de Cristo y apropiarnos de ella. Pero “La fe salvadora no es un mero asentimiento intelectual a la verdad” (DTG 312). No es aceptar nuevas doctrinas: “La fe que se requiere no es el mero asentimiento a las doctrinas” (2JT 140). Tampoco es presunción. “No es fe pretender el favor del Cielo sin cumplir las condiciones necesarias para que la gracia sea concedida. Es presunción, pues la fe verdadera se funda en las promesas y disposiciones de las Sagradas Escrituras” (CS 526)

· La fe viene por el oír la Palabra de Dios (Romanos 10:17). “Las palabras y promesas de Dios son el único fundamento de nuestra fe” (COES p. 79).

· Si sentimos que nos falta la fe, no permanezcamos así. La fe también es un don [regalo] (Efesios 2:8). Entonces como los discípulos pidámosla: “Nazca de labios sinceros la oración: "Señor, auméntame la fe; dame iluminación divina; porque sin ayuda de tu parte nada puedo hacer." Venid con humildad y postraos delante de Dios; abrid delante del Señor vuestras Biblias, las cuales contienen las promesas divinas; tomad vuestra posición con respecto a éstas; haced con Dios el pacto de que responderéis a sus requerimientos; decidle que creeréis sin otra evidencia fuera de la desnuda promesa” (COES 79).

V. Beneficios de la justificación

· Limpieza de los registros del cielo (Isaías 43:25).

· Perdón de pecados (Romanos 4:4-8).

· Al justificarnos, el Señor hace pasar la iniquidad de la persona y quita el pecado. Entonces el manto de la justicia de Cristo, no es un cubridero para el pecado (Zacarías 3:1-5).

· Elimina la culpabilidad del hombre y se obtiene la paz (Rom 5:1)

· Estar justificado es igual a estar vestido de Cristo, o estar en Cristo. Pero el estar en Cristo nos convierte en nueva criatura (2Cor 5:17). Ser nueva criatura es tener un nuevo corazón. Un nuevo corazón es uno que ama la justicia, odia el pecado y es manso, sumiso y dispuesto a ser conducido (Deut. 5:29)

· La misma justificación por la fe nos convierte en hijos de Dios (Gálatas 3:26; Tito 3:4-7).

· Al ser hijos de Dios heredamos el Espíritu Santo (Gálatas 4:6, 7).

· Al recibir el Espíritu entonces tendremos otro espíritu y el testimonio del espíritu (Romanos 8:14-17).

· Recibir el Espíritu es lo mismo que recibir la naturaleza divina [amor] (1Ped. 1:3-4). Es también recibir el poder divino para vencer el pecado, la carne y el diablo (Romanos 8:11, 13; Efesios 3:14-19).

· “En el nuevo nacimiento el corazón viene a quedar en armonía con Dios, al estarlo con su ley. Cuando se ha efectuado este gran cambio en el pecador, entonces ha pasado de la muerte a la vida, del pecado a la santidad, de la transgresión y rebelión a la obediencia y a la lealtad. Terminó su antigua vida de separación con Dios; y comenzó la nueva vida de reconciliación, fe y amor. Entonces "la justicia que requiere la ley" se cumplirá "en nosotros, los que no andamos según la carne, sino según el espíritu." (Romanos 8: 4, V.M.) Y el lenguaje del alma será "¡Cuánto amo yo tu ley! todo el día es ella mi meditación." (Salmo 119: 97.)” (CS 521-522)

VI. Luego de la justificación viene la santificación

· “Cuando el pecador encuentra en la conversión la paz con Dios por la sangre expiatoria, la vida cristiana no ha hecho más que empezar. Ahora debe llegar "al estado de hombre perfecto;" crecer "a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo." El apóstol San Pablo dice: "Una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo al blanco, al premio de la soberana vocación de Dios en Cristo Jesús." (Filipenses 3: 13, 14.) Y San Pedro nos presenta los peldaños por los cuales se llega a la santificación de que habla la Biblia: "Poniendo de vuestra parte todo empeño, añadid a vuestra fe el poder; y al poder, la ciencia; y a la ciencia, la templanza; y a la templanza, la paciencia; y a la paciencia, la piedad; y a la piedad, fraternidad; y a la fraternidad, amor.... Porque si hacéis estas cosas, no tropezaréis nunca." (2 Pedro 1: 5-10, V.M.)” (CS 523-524)

VII. Lo que es la santificación

· “Por la Palabra y el Espíritu de Dios quedan de manifiesto ante los hombres los grandes principios de justicia encerrados en la ley divina. Y ya que la ley de Dios es santa, justa y buena, un trasunto de la perfección divina, resulta que el carácter formado por la obediencia a esa ley será santo. Cristo es ejemplo perfecto de semejante carácter. El dice: "He guardado los mandamientos de mi Padre." "Hago siempre las cosas que le agradan." (S. Juan 15: 10; 8: 29, V.M.) Los discípulos de Cristo han de volverse semejantes a él, es decir, adquirir por la gracia de Dios un carácter conforme a los principios de su santa ley. Esto es lo que la Biblia llama santificación.” (CS 523)

John Garcia

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